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Eugenio Montale

Eugenio Montale nació en Génova en 1896, era el último hijo de una familia de comerciantes: el padre vendía esencia de trementina para la preparación de barnices y, entre sus clientes tenía la empresa Veneziani de Trieste, a la que se había incorporado hacia finales del siglo Italo Svevo, al casarse con la hija del dueño. Los Montale tenían una hermosa casa en el mar, en Monterosso, en Cinque Terre, por aquel entonces un lugar bastante apartado, donde el futuro poeta pasó todos los veranos de su infancia y adolescencia, captando las sugestiones que luego aparecerían en "Ossi di Seppia" (Jibión). El padre de Montale lo orientó hacia estudios técnicos y así, en 1915, obtuvo el diploma de contador, circunstancia que no le gustaba revelar. Había comenzado a escribir versos desde niño y, como él mismo dice: "eran versos humorísticos, con rimas truncas y bizarras…" Más adelante, al conocer el Futurismo, compuso algunas poesías de tipo fantástico, o si se quiere grotesco-crepuscular.

"Pero no publicaba y no estaba convencido de lo mío". Meriggiare pallido e assorto (Sestear pálido y absorto) es de 1916 y, luego, confluye, con refundiciones, en Ossi di Seppia. La reciente publicación del Quaderno genovés nos permite controlar el grado de formación cultural y las veleidades poéticas de Montale en 1917. El cuadro no es muy estimulante: las lecturas eran escasas y sin orientación y sus versos no eran de gran belleza, pero emerge claramente la atracción por la música, confirmada por la asistencia a la escuela de canto del barítono Ernesto Sivori. Al morir la madre de Montale, éste abandona la escuela pero el verdadero motivo que lo induce a ello es la imposibilidad del poeta de vencer la timidez y de hacerle frente al público desde el escenario. Montale tenía una espléndida voz y, de vez en cuando, daba muestras de ella a sus amigos, en privado y en son de broma.
En el mismo año de 1917, a pesar de que no gozaba de buena salud (siempre había sido grácil y sufría de trastornos nerviosos), fue llamado a las armas y después del servicio en Parma, donde conoció a Sergio Solmi, entre otros, fue enviado al frente.

Al regreso de la guerra, como no logró emprender ningún trabajo, se dedicó a interminables lecturas; acudía con asiduidad a las bibliotecas de la ciudad y en pocos años se hizo con una cultura literaria y filosófica de primera, gracias a una memoria formidable y a su capacidad casi rabdomántica para detectar las mejores propuestas de la cultura de su tiempo. En Génova se codeaba con los literatos y artistas que hacían tertulia en la Galleria Mazzini, estrechando amistad sobre todo con Sbarbaro y con el joven escultor Messina y, al mismo tiempo buscaba también contactos fuera de aquel ámbito, que sentía como demasiado estrecho. En efecto, a través de Solmi, colaboró con la revista torinesa de Giacomo De Benedetti "Primo tempo" y logró entrar en contacto con un ambiente férvido de ideas. Fue, precisamente, en las ediciones gobettianas del "Baretti" que publicó, en 1925, "Ossi di Seppia", la antología que contenía su producción poética desde 1920 y que atestiguaba la extraordinaria maduración de Montale en un periodo tan breve. No fueron muchos los que se dieron cuenta de la importancia del libro y solamente Sergio Solmi, que era un crítico moderno y sensibilísimo, supo captar la gran novedad de Ossi di Seppia (Jibión): en todo caso, la publicación se agotó y el editor Ribet, de Turín, hizo en 1928 la segunda edición ampliada (la tercera salió en 1931 con el editor Carabba).

En Génova, sin trabajo, sin perspectivas culturales adecuadas y quizás con alguna desilusión sentimental, Montale no se encontraba a gusto y, en 1927, decidió trasladarse a Florencia. Aceptó un modesto empleo en la casa editorial Bemporad pero, al año siguiente, fue nombrado director del Gabinetto Viesseux, uno de los puntos de referencia de la intelectualidad local. Entre tanto, había conocido a Drusilla Tanzi, esposa del crítico de arte Matteo Marangoni, y empezó esa conflictiva relación que estaba destinada a durar toda la vida: era una mujer mucho mayor que él, no era guapa, pero poseía una gran fascinación intelectual y una personalidad muy decidida.

En 1933 probablemente se produjo el primer encuentro con la mujer destinada a tener un papel decisivo, más en la obra del poeta que en la vida, la americana Irma Brandeis, la "Clizia" de Bufera. En los años del Viesseux, en el ambiente fervidísimo de la Florencia de los años Treinta, que veía la presencia de casi todos los poetas, escritores y críticos importantes de la nueva generación, de Vittorini a Gadda, de Quasimodo a Gatto, de Macri a Traverso, de Landolfi a Noventa, de Bo a Contini, además de los "autóctonos" Betocchi, Bonsanti, Bilenchi, la Manzini, Pratolini, Luzi. El "selvático" Montale estaba escribiendo poesías destinadas a confluir en la segunda colección, casi todas de tema amoroso. En 1938 a Montale le quitan el cargo en el Viesseux -nunca había sacado la tarjeta del partido fascista - y se queda sin trabajo; en el mismo año, a causa de las sanciones antisemitas, "Clizia" (que era hebrea, de origen austríaco), abandona definitivamente Italia. Montale estaba decidido a seguirla a América, para instalarse definitivamente en el país que él consideraba el país de la libertad.

El proyecto no se realizó y el poeta se quedó en Florencia, definitivamente unido a Drusilla, la "Mosca", quien le ayudó a sobrevivir, puesto que no podía contar más que con las escasas entradas de alguna que otra traducción. Allí él transcurrió los terribles años de la guerra entrando, aunque indirectamente, en las filas de la Resistencia y adhiriendo, después de la Liberación, al Partido de Acción. Sólo en 1948, con más de cincuenta años, Montale pudo contar con un oficio seguro, al convertirse en redactor del "Corriere della Sera", con el que colaboraba desde hacía dos años: por eso se trasladó a Milán con la "Mosca", con quien se casaría al morir el marido de ella. En el periódico milanés publicaba artículos de todo tipo y, a partir de 1954, se convierte en crítico musical del "Corriere d'Informazione", con las crónicas -recopiladas en Prime alla Scala (1983); trabajó como enviado especial y, como tal, siguió el peregrinaje del Papa Paulo VI en Palestina, en 1964 (las prosas de tipo memorial-narrativo fueron recogidas en "Mariposa" de Dinard, 1956 y 1960; los artículos de viajes en "Fuera de casa", de 1969; los artículos literarios y de costumbres, con ensayos de mayor amplitud, incluso anteriores al periodo del "Corriere", en "Auto de fe", de 1966). En 1956 salía la tercera recopilación de Montale: "Bufera" , que confirmó definitivamente la estatura poética del escritor y favoreció su consagración entre un público más vasto.

La muerte de su mujer, a comienzos de los años sesenta, inspiró los versos de Xenia, que aparecieron en 1966, en una edición privada y que constituyeron luego la primera parte de Satura, el libro del gran giro temático-estilístico, publicado en 1971, el primero de una rica producción senil, que en pocos años llegó a ser más abundante que toda la producción anterior, con Diario del 71 y del 72 (1973), Cuaderno de cuatro años (1977), Otros versos (1981). Las musas visitan con frecuencia al viejo, irónico, lucídisimo inquilino de la Via Bigli, que tiene tiempo para escucharlas puesto que está jubilado. Cuenta con la asistencia atenta, filial y competente de su gobernanta Gina Tiossi. El decoroso y silencioso apartamento en el centro de la ciudad, donde el poeta -ya afectado por el morbo de Parkinson-, se convierte en el lugar de agradables tertulias con amigos e intelectuales, fascinados por el espíritu y la cáustica inteligencia de aquel hombre, apartado del mundo pero sumamente informado sobre todo lo que pasa. Cada vez más numerosos son los reconocimientos públicos: premios prestigiosos, títulos ad honorem, el nombramiento como senador vitalicio en 1967 por "muy altos méritos literarios" y, por último, el premio Nobel en 1975. El poeta falleció en una clínica milanesa el 12 de septiembre de 1981. Las exequias religiosas, que había pedido expresamente, se celebraron en la Catedral de Milán, con una enorme participación de gente, especialmente de jóvenes.

Antes de morir Montale alcanzó a ver la edición crítica de todas sus poesías, incluso algunas inéditas o reencontradas, en "La obra en versos" (1980), auténtico homenaje de su antiguo amigo y agudo crítico Gianfranco Contini. En 1976 había salido la recopilación de intervenciones críticas de Montale, relativas a obras poéticas y poetas en "Sobre la poesía".



(Tomado de Elio Gioanola
"La literatura italiana del siglo XIX y del siglo XX")