|
|
|
|
|
La
casa de los aduaneros
Tú
no recuerdas la casa de los aduaneros
sobre el barranco a pico de la escollera.
Desolada te espera desde la noche
que en ella entró al enjambre de tus pensamientos
e inquieto se detuvo
La sudestada bate desde años los viejos muros
y no es alegre ya el sonido de tu risa;
la brújula se mueve enloquecida al ocaso
y el cálculo de los dados no es más exacto.
Tú no recuerdas; otro tiempo distrae
tu memoria; un hilo se devana.
Aún sostengo un extremo; mas se aleja
la casa y sobre el techo la veleta
ennegrecida gira sin piedad.
Tengo un extremo; pero tú estás sola,
ni respiras aquí en la oscuridad
¡Oh el horizonte en fuga, donde se enciende,
rara, la luz del petrolero!
¿El paso es éste? (Nuevamente el oleaje
pulula sobre el barranco que se hunde...)
Tú no recuerdas ya la casa de esta
noche mía. Y no sé quién se va ni quién
se queda.
(Eugenio
Montale, Le occasioni; "La casa dei doganieri".
Traducción par Horacio Armani)
|
|